El palo borracho es un árbol nativo, llamativo por la forma globosa de su tronco espinoso y su hermosa floración. Son rústicos y resisten heladas leves. Su nombre se debe al aspecto abultado del tronco, donde acumula agua para tiempos de sequía. Se encuentra en Argentina, Paraguay, Brasil, Bolivia y Perú. También se lo conoce como árbol del puente, árbol botella, toborochi (Bolivia), árbol de lana, samohú (guaraní), palo rosado, lupuna hembra (Perú), copadalick (toba), chemlhokw (wichi).
Características
El tronco es verde los primeros años, con aguijones cónicos fáciles de arrancar. Cuando los ejemplares son más viejos, la corteza pierde los aguijones y se vuelve marrón grisácea tomando forma de barril.
Las hojas son compuestas, con folíolos que se distribuyen desde un punto central, palmaticompuestas. Suelen caer a principios del invierno y brotan de nuevo en primavera, cuando el árbol aún presenta frutos.
Florece de verano a otoño, incluso hasta principios del invierno en algunas regiones. Las flores son visitadas por aves e insectos; los colibríes y mariposas monarca son los más habituales.
Según el color de su flor, presenta dos especies. Una es el palo borracho rosado (ceiba speciosa), que puede superar los 20 metros de altura y su copa es globosa del mismo diámetro que el alto, con ramas muy grandes y distribuidas. Las flores varían entre el rosa pálido y el fucsia, algunas veces con centro amarillo.
La otra especie es el palo borracho blanco (ceiba chodatii). Es más bajo, con el tronco más abultado que la otra especie, pudiendo llegar a los 2 metros de diámetro en la parte más gruesa. También presenta más cantidad de aguijones.
Los frutos son cápsulas alargadas de hasta 20 cm de largo, que cuando maduran se abren en soltando el interior del fruto, un manojo de fibras que envuelven a las semillas y las ayudan a dispersarse cuando hay viento. Para propagar la especie conviene remojar un día antes de la siembra. Ambos pueden hibridarse entre sí, dando ejemplares con características intermedias.
Usos
La fibra, flexible y suave, se utiliza para rellenos y tejidos. Sirven también para aislantes térmicos y auditivos. La madera es muy liviana, utilizada para embarcaciones, utensilios domésticos, instrumentos musicales, y en la industria papelera.
Las semillas contienen aceite, el cual es comestible y de uso industrial. Las hojas sirven como forraje para animales. La medicina tradicional utilizaba las espinas, flores, hojas y corteza para diversos preparados.
Pero su uso principal es ornamental, en parques y plazas, donde se aprecia su sombra y la belleza de sus flores.
Leyenda del palo borracho
El pueblo toba cuenta que el Coptanoón, que había creado todo cuanto la
Naturaleza ofrece, se detuvo a contemplar a sus hijos a los que había animado
con chispas de luz, y antes de retirarse dejó servidores que los auxiliaran.
Estos servidores eran animales y plantas, incluyendo un árbol-madre para
procurar que no faltase alimento a los tobas de las costas del Ipití (río Bermejo).
Dicho árbol tenía el tronco abultado,
como si fuera un vientre grávido; y de sus entrañas salía el germen de muchas
vidas acuáticas que facilitaban la existencia de los hombres. Cuando disminuía
la pesca, los tobas realizaban en torno al árbol ventrudo ceremonias y rituales
para pedir abundancia de peces.
Y, el árbol-madre, parecía escucharlos: su vientre se iba hinchando más y más,
para luego generar alimento abundante: las aguas del río empezaban a llenarse
de peces que el árbol gestaba en su interior.
Este acontecimiento era celebrado durante semanas enteras, con danzas y
canciones de agradecimiento.
Un día, comenzando la primavera, las tribus habían reñido y ya iban quedando
pocos peces en el río. Los tobas se
acercaron al árbol madre y entonaron sus peticiones, durante muchas noches, pero
el árbol parecía indiferente.
La angustia iba en aumento, el hambre ya se sentía. Y no faltó el ingrato que, preparó su arco y
flecha más filosa, y apuntó al vientre del árbol madre.
Al traspasarlo, se enlutó el cielo, y a lo lejos, un ruido extraño se sintió
venir como amenaza justiciera. Los tobas
tuvieron miedo, vieron agitarse las aguas que parecían teñirse en sangre, el
río empezó a crecer de un modo alarmante, como si persiguiera con su furia a
los ingratos.
Los tobas se ocultaron en los bosques vecinos.
Cuando el río pareció aplacarse y las aguas volvieron al cauce fueron en
busca del árbol herido para pedirle perdón. Lo encontraron con el vientre
cubierto de gruesas espinas para defenderse.
Seguramente los perdonó, porque dicen que en el Bermejo siempre hay
pesca. Pero el ruido de la creciente que baja enfurecida todos los años, les
recuerda ese episodio, mientras las aguas teñidas de rojo de ese río al que
ahora llaman Inaté, les está mostrando el horrible castigo que trae el
revelarse contra el árbol madre.
Las flores del palo borracho, como algunos dieron en llamarlo después, son cada
vez más hermosas, pero el gran Dios no perdona que se ultraje a su
creación: un hombre arrojó la flecha al
tronco, y allí aparecieron las espinas.